La salud mental es la base para el funcionamiento efectivo de una persona y su comunidad.1 Esta engloba el bienestar emocional, psicológico y social, además de afectar la forma en que pensamos, sentimos y actuamos cuando enfrentamos la vida. La salud mental también ayuda a determinar cómo manejamos el estrés, las decisiones que tomamos y la forma como nos relacionamos con los demás.2
Los adolescentes son especialmente susceptibles a padecer problemas mentales. En su caso, los problemas psicológicos están fuertemente asociados con un peor desempeño académico, una pobre toma de decisiones y un incremento en los comportamientos de alto riesgo. 3
La higiene del sueño y los problemas para dormir pueden estar también involucrados en la iniciación y desarrollo de los distintos padecimientos mentales presentes en la población adolescente.3 Asimismo, en los jóvenes es común que las consecuencias de una mala alimentación afecten directamente a su autoestima y su salud mental, pues deben lidiar con los estereotipos corporales generados por grupos de amigos o por la propia sociedad.4
En el resto de la población, el poco cuidado en la alimentación incide también en la aparición de problemas de salud general como el sobrepeso o la obesidad, enfermedades que, a su vez, aumentan la probabilidad de padecer problemas psicológicos como la depresión o la ansiedad, y propician la aparición de otros factores perjudiciales como el aislamiento social.4