Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta médica, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda deberá consultar siempre con su médico tratante.
Aún cuando finalice el tratamiento, se necesitarán exámenes y pruebas de seguimiento frecuentes que al principio probablemente serán más o menos una vez al mes, y luego con menos frecuencia, durante al menos varios años.
Es muy importante acudir a todas las citas de seguimiento. Durante estas visitas, los médicos examinan a los pacientes, preguntan sobre los problemas que puedan surgir y también pueden ordenar análisis de sangre, exámenes de la médula ósea u otros estudios para determinar si hay signos de leucemia o para tratar posibles efectos secundarios del (los) tratamiento(s)(1).
Inicio del seguimiento (2):
Todos los pacientes post tratamiento, con leucemia aguda o crónica, deben comenzar su seguimiento:
● Para la leucemia aguda debe iniciarse a los 14 días de finalizado el tratamiento.
● Para la leucemia linfática crónica debe iniciarse a los 30 días de finalizado el tratamiento.
● Para la leucemia mieloide crónica el seguimiento se describirá más adelante.
El seguimiento debe considerar el control del médico especialista, la educación y curación del catéter por parte de una enfermera (siempre y cuando se haya utilizado un tratamiento sistémico con quimioterapia), y también exámenes de laboratorio (biología molecular). Además, el paciente y su familia deben recibir apoyo psicosocial.
Seguimiento ambulatorio de pacientes con leucemia aguda post quimioterapia (2):
La educación al paciente y su familia disminuye el estrés y mejora la adherencia al tratamiento (2).
Después de 10 días de iniciada la última quimioterapia, se produce una baja de defensas (neutropenia) y de plaquetas (trombocitopenia). Por lo tanto, se recomienda que en caso de tener una temperatura corporal mayor a 37,5 °C, diarrea, sangrado, tos, dolor faríngeo, en tórax, abdomen o región perineal o lesiones de la piel, se asista a la brevedad a la Unidad de Hematología donde se fue tratado o consultar de forma inmediata al Servicio de Urgencia más cercano, acreditando la condición del paciente tratado por leucemia aguda (2).
Con relación a los exámenes de laboratorio, durante el período post quimioterapia (los días 10º, 13º, 16º, 18º de iniciada la última quimioterapia) el paciente debe ser controlado dos veces por semana con hemograma (examen de sangre) en su servicio de hematología para evaluar necesidad de transfusiones u hospitalización (en caso de fiebre o foco infeccioso) (2).
La Red Nacional Integral del Cáncer (National Comprehensive Cancer Network, NCCN por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos, adicional al hemograma y a la visita regular al médico, sugiere que posterior a los 12 meses de haberse realizado el trasplante alogénico de médula ósea y con una frecuencia mensual o bimensual, el paciente se realice las pruebas funcionales hepáticas (también conocidas como panel de función hepática). Son análisis de sangre que miden diferentes enzimas, proteínas y sustancias producidas por el hígado (3).
De ser posible, se le podrá indicar al paciente que cada cierto tiempo y durante un máximo de hasta 5 años posterior al trasplante alogénico de médula ósea, las pruebas citogenéticas, las moleculares y la evaluación de Enfermedad Mínima Residual, se haga con una muestra de médula obtenida por un aspirado (3).
Seguimiento de pacientes con leucemia mieloide crónica (2,3):
● Si el médico ha indicado tratamiento oral con un tipo de fármaco llamado inhibidor de la tirosina quinasa, el seguimiento al paciente deberá ser con (2):
● Hemograma (examen de sangre) cada 1-2 meses (2).
● Citogenética de médula ósea cada 3- 6 meses hasta alcanzar la remisión citogenética completa y luego anualmente (2).
● Estudio cuantitativo molecular (PCR para BCR/ABL) en sangre periférica cada 3 meses, después de haber logrado la remisión citogenética completa (2).
● Considerar el estudio de mutaciones del gen BCR/ABL (examen de sangre), en casos de resistencia al inhibidor de la tirosina quinasa que ha indicado el médico (2).
● Como es posible que el paciente tenga o desarrolle comorbilidades (enfermedades adicionales a la leucemia), es ideal realizar cada cierto tiempo pruebas cardíacas o cardiovasculares (electrocardiograma, ecocardiograma, entre otras) para revisar qué tan bien funciona el corazón. Estas pruebas incluso pueden usarse para monitorear los efectos secundarios del tratamiento (3).
Debido a que pueden surgir mutaciones de resistencia cuando el paciente está siendo tratado con un inhibidor de la tirosina quinasa, y sumado al hecho de que los síntomas de la enfermedad pueden ser imprecisos y poco específicos, la única forma de poder detectar una falla del tratamiento o incluso validar si un paciente puede alcanzar una remisión libre de tratamiento (4), es cumpliendo con los controles y pruebas sanguíneas periódicos establecidas por su médico tratante.