Un corazón sano, en condiciones normales, debería tener un ritmo cardíaco regular (entre 60 y 100 latidos por minuto). Lo natural es que se acelere únicamente cuando hacemos ejercicio, y que vaya más lento cuando dormimos. En cambio, cuando aparece la arritmia, su ritmo se altera. Esto puede ocurrir a pesar de estar en reposo (taquicardia) o hacerse más lento (bradicardia) (1).
La fibrilación auricular aparece cuando el ritmo cardíaco deja de ser regular y constante, es decir que el tiempo entre latido y latido es desigual (1). La misma afecta a aproximadamente 33,5 millones de personas en todo el mundo (2). A su vez, hay algunos factores que pueden aumentar las probabilidades de sufrir este trastorno, tales como el género, la edad y el peso por ejemplo (3).
Sus causas
Las enfermedades pulmonares, la obesidad, la diabetes, la apnea del sueño y la tiroides hiperactiva son consideradas como algunas de las afecciones preexistentes que pueden ocasionar la fibrilación auricular (3). Sin embargo, las siguientes condiciones tienen la capacidad de aumentar las probabilidades de sufrir FA:
● La presión arterial alta (3).
● Los antecedentes de enfermedades cardíacas (3).
● El tratamiento con dosis elevadas de esteroides (4).
Al mismo tiempo, puede suceder que algunos hábitos activen un episodio de fibrilación auricular poniendo en riesgo la salud (3). Algunos de éstos pueden ser: beber alcohol en exceso, tener sobrepeso, ingerir bebidas con cafeína en grandes cantidades y fumar (3).
Es importante recordar que no todas las personas que sufren de FA tienen una de estas condiciones o factores desencadenantes (3). Por otro lado, y afortunadamente, hay algunas cosas que se pueden hacer para evitar que ocurran los episodios como por ejemplo; llevar una dieta equilibrada, limitar el consumo de alcohol, no fumar y ejercitarse regularmente (5).
Por último, no olvidemos tener en cuenta que se puede contar con el médico tratante para considerar un plan de tratamiento junto con el paciente (3).