Los niveles de colesterol elevados, la hipertensión arterial, el tabaquismo, el sedentarismo y la baja actividad física son algunos de los factores de riesgo más importantes para la salud cardíaca.1
La enfermedad cardiovascular constituye, actualmente, una causa prematura de mortalidad, lo cual la convierte en una problemática de gran relevancia por el elevado costo humano y económico que representa su prevención, manejo y rehabilitación. En latinoamérica, por ejemplo, es una de las tres primeras causas de morbi-mortalidad.1
En este contexto, la actividad física funciona como una herramienta esencial en la salud integral del ser humano, promoviendo un estilo de vida equilibrado y disminuyendo el riesgo de padecer enfermedades crónico-degenerativas.1
La importancia del ejercicio físico
Afortunadamente, hay algo que podemos hacer para cuidar de la salud del corazón: ser físicamente activos. Hacer ejercicio puede colaborar en el fortalecimiento del músculo cardíaco, además de mantener el peso bajo control y prevenir el daño arterial causado por el colesterol alto, el nivel elevado de azúcar en la sangre y la presión arterial alta que pueden provocar un ataque cardíaco o un derrame cerebral.2
Los siguientes son diferentes tipos de actividad física que pueden beneficiar a la salud cardiaca:2
● Ejercicio aeróbico: caminar a paso acelerado, correr, nadar o andar en bicicleta al menos 30 minutos diarios, mejora la circulación, lo que resulta en una presión arterial y un ritmo cardíaco más bajo. Además, ayuda a que el corazón bombee correctamente, y en las personas con diabetes tipo 2, controla la glucosa en sangre.
● Entrenamiento de fuerza: el trabajo de resistencia tiene un efecto más específico en la composición corporal. Para las personas que tienen mucha grasa corporal (incluida la zona abdominal, que es un factor de riesgo de enfermedad cardíaca), puede ayudar a reducirla y crear una masa muscular más magra. Las investigaciones muestran que una combinación de ejercicio aeróbico y trabajo de resistencia puede ayudar a aumentar el colesterol HDL (bueno) y reducir el colesterol LDL (malo). Se aconseja realizar este tipo de entrenamiento (levantamiento de pesas, uso de mancuernas o barras, bandas elásticas, flexiones, sentadillas, abdominales) al menos dos días no consecutivos por semana.
● Estiramiento, flexibilidad y equilibrio: si bien los ejercicios de flexibilidad, como los estiramientos, no contribuyen directamente a la salud del corazón, sí benefician la musculoesquelética, lo cual permite mantenerse flexible y libre de dolor en las articulaciones, calambres y otros problemas musculares. El estiramiento en general o los ejercicios de yoga o tai chi mejoran la flexibilidad y pueden realizarse todos los días antes y después del entrenamiento.
Si luego de este artículo, te decides a empezar a entrenar ¡estás en por el buen camino! Sin embargo, es importante que antes de incorporar actividad física en tu vida diaria, consultes con tu médico de cabecera, cuáles son las recomendaciones de tipos de ejercicios y duración de acuerdo a tu caso. Y recuerda que el entrenamiento debe ser considerado como un estilo de vida, libre de tabaco, alcohol y acompañarlo de una dieta balanceada.1 Ahora sí ¿estás listo?