A veces, sentimos que tenemos puestos lentes demasiado oscuros y que todo lo vemos negativo. Las preocupaciones nos abruman y tenemos la impresión de que nos persigue una nube negra como en los dibujos animados. Sin embargo, casi siempre existen motivos para ser agradecidos, si somos capaces de detectarlos. Poder hacerlo es un hábito que vale la pena cultivar, ya que la ciencia lo asocia a múltiples beneficios para la salud1.
Desde hace tiempo que se conoce el impacto de la gratitud en la salud mental. Las personas que se entrenan para enfocarse en los aspectos positivos de su vida son más felices, mantienen relaciones más satisfactorias y sufren menos de depresión, adicciones o burnout2. Pero, ¿qué hay de la salud física?
Una buena medicina
Más allá de las ventajas para la psiquis, agradecer habitualmente tendría beneficios tangibles para la salud física, como reducir la presión arterial o mejorar la función inmunitaria1, de acuerdo con diversas investigaciones. Una posible explicación es que las personas agradecidas reportan mantener un estilo de vida más saludable, alimentarse de manera equilibrada y no fumar3.
En un estudio de la Universidad de California en San Diego, los pacientes con una enfermedad cardiovascular que sabían valorar los aspectos buenos de su vida resultaron ser menos depresivos, dormían mejor, estaban más convencidos de tener su afección bajo control y presentaban menos marcadores de inflamación en sangre, los cuales aumentan el riesgo de padecer una falla cardíaca2.
Otros hallazgos científicos mostraron que mantener el hábito de escribir un “diario de gratitud” por dos o tres semanas impactaba en la calidad del sueño. Las personas que participaron de los estudios reportaron dormir más horas y sentirse más descansadas3.
Por otra parte, la gratitud se asocia a una mayor felicidad y a emociones positivas que también podrían repercutir en la salud física, por ejemplo, al contribuir a reforzar y a mantener los vínculos sociales, tan necesarios para el bienestar3.
Aún resta mucho por descubrir sobre la relación entre ser agradecidos y la salud. ¿Tienen distintos impactos los diferentes tipos de gratitud? ¿Puede haber efectos inmediatos? ¿Influye la edad, la religión, el género o la personalidad en las repercusiones de la gratitud en la salud? ¿Cuánto duran sus efectos?3 Las preguntas son muchas pero algo está claro: ser agradecidos es un hábito que conviene entrenar.
Consejos para entrenar la gratitud
Un buen punto de partida es hacerse algunas preguntas al concluir la jornada, justo antes de irse a la cama o en el momento de la cena1:
- ¿Qué hiciste por tu cuerpo hoy? Tómate unos minutos para apreciar todo lo que él hace por ti, desde respirar, hasta escalar, correr, trabajar y abrazar.
- ¿Con qué alimentos te nutriste hoy? ¿Lo preparaste tú? ¿Probaste algo nuevo? ¿Fue tu plato preferido? Saborea una comida deliciosa y saludable.
- ¿Qué actividad disfrutaste hoy? Quizás hayas salido a correr o hiciste una pausa para meditar durante el día… reflexiona sobre ese momento increíble.
- ¿A quién te gustaría ver? Piensa en una persona especial para ti y sonríe. Haz planes para reunirte.
- ¿Qué estás haciendo justo ahora? Agradece por el tiempo presente que se te ha regalado, y por aquel que compartiste con otros o contigo mismo hoy.
Otra recomendación de los expertos es llevar un “diario de gratitud” donde escribamos todo aquello por lo que nos sintamos agradecidos o bendecidos. Este hobby que parece tan simple podría tener efectos transformadores en la mente, y en cómo nos percibimos no solo a nosotros mismos, sino al mundo que nos rodea4. ¿Lo probarías?